215. Los obispos de Kenia advirtieron que, «demasiado centrados en el día de la boda, los futuros esposos se olvidan de que están preparándose para un compromiso que dura toda la vida»[244]. Hay que ayudar a advertir que el sacramento no es sólo un momento que luego pasa a formar parte del pasado y de los recuerdos, porque ejerce su influencia sobre toda la vida matrimonial, de manera permanente[245]. El significado procreativo de la sexualidad, el lenguaje del cuerpo, y los gestos de amor vividos en la historia de un matrimonio, se convierten en una «ininterrumpida continuidad del lenguaje litúrgico» y «la vida conyugal viene a ser, en algún sentido, liturgia»[246].
[244] Conferencia Episcopal de Kenia, Mensaje de Cuaresma, 18 febrero 2015.
[245] Cf. Pío XI, Carta enc. Casti connubii (31 diciembre 1930): AAS 22 (1930), 583.
[246] Juan Pablo II, Catequesis (4 julio 1984), 3.6: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 8 de julio de 1984, p. 3.
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