Conciencia y discernimiento
(Antes de pasar al punto 303, haremos unos breves comentarios sobre el
discernimiento).
1.1 Discernimiento en el Nuevo
Testamento
En esta primera exposición acudo a
los textos del Nuevo Testamento que hacen referencia al discernimiento,
prácticamente todos en las cartas de San Pablo. Estos textos se refieren al
obrar moral del cristiano, para lo cual conviene recordar primero, cómo
entiende San Pablo al ser humano según el plan de Dios que es la divinización
del mismo, para lo cual es creado en y por Cristo, es luego constituido en hijo
de Dios por la gracia santificante, y es destinado a la divinización plena y
definitiva al compartir la resurrección de Cristo en la gloria eterna. Para
lograr este plan de divinización, el cristiano obra moralmente el bien
siguiendo su conciencia y eligiéndolo con su libertad. La conciencia del
cristiano es guiada por el Espíritu Santo para lo cual debe realizar un
discernimiento permanente y los textos paulinos explican en qué consiste este
discernimiento y cómo sucede en el obrar moral cristiano, hasta lograr
identificar la voluntad de Dios que es el amor al prójimo. San Ignacio de
Loyola en sus Ejercicios Espirituales muestra cómo proceder a un correcto
discernimiento.
1.2 Discernimiento en la Moral del
Concilio Vaticano II
Siguiendo los textos paulinos sobre
la conciencia, aparecen claras las tres funciones de la conciencia: el conocer,
el juzgar y el discernir o seleccionar lo que el Espíritu Santo propone como la
voluntad de Dios. El Concilio muestra qué es la conciencia cristiana y cómo el
Espíritu Santo obra en ella. Así establece el principio fundamental de la Moral
cristiana: la obligación de seguir siempre la propia conciencia y cómo, aunque
la conciencia de alguien se considere errónea desde fuera, el cristiano tiene
la obligación de seguirla y su salvación, como la de todo ser humano, depende
de su fidelidad en el seguimiento de la propia conciencia contextualizada en
sus propias circunstancias. La conciencia siempre actúa con referencia a los
valores y el orden objetivo de la moralidad, pero en cada conciencia está
presente la Gracia y el Espíritu Santo que señala cuál es la voluntad de Dios.
Para captar estos señalamientos es indispensable el discernimiento de los
valores y de la aplicación de la ley natural a cada situación particular. Según
la doctrina tradicional de la Iglesia, la conciencia de cada persona tiene que
ser respetada y no se puede obligar a nadie a obrar en contra de lo que su
conciencia le indique, pues todo ser humano es juzgado por Dios por el
seguimiento de su conciencia.
1.3 Discernimiento en la Exhortación
Apostólica postsinodal Amoris Laetitia
Lo primero en esta exposición es
contextualizar la Exhortación como acogida y confirmación del trabajo de los
Obispos en el Sínodo Extraordinario de 2014 y del Ordinario de 2015, haciendo
hincapié en el carácter de Magisterio Pontificio de este documento en contra de
lo expresado por sus opositores que afirman que se trata de simples opiniones
personales del Papa Francisco. A continuación, se analizan los elementos que el
Papa propone como constitutivos del discernimiento: su referencia a las
situaciones concretas de las personas, teniendo en cuenta su sufrimiento, la
necesidad de referencia a la Palabra de Dios, la aplicabilidad pastoral a la
situación de los divorciados vueltos a casar, y la necesidad indispensable de
un acompañamiento personal. Esto supuesto, se analizan los dos aspectos básicos
del discernimiento en el capítulo VIII de Amoris Laetitia: primero, el punto de
partida doctrinal consistente en que las situaciones llamadas irregulares
pueden evolucionar hacia el sacramento del matrimonio, y segundo, el principio
general para el discernimiento de las situaciones irregulares. Posteriormente
se analizan los elementos fundamentales del discernimiento para estas
situaciones. Finalmente se muestra cómo el Papa procede a la aplicación de la
doctrina moral tradicional posconciliar de la Iglesia a las situaciones
irregulares, mirando las causas atenuantes o eximentes de responsabilidad y
culpabilidad subjetiva, la prevalencia de la conciencia individual de los
fieles, el discernimiento responsable del pastor que acompaña una conciencia
individual, la prevalencia del discernimiento práctico de cada conciencia según
su situación particular, la posibilidad de que una persona pueda estar en una
situación objetiva de pecado (no subjetivamente culpable o no de modo pleno) y
vivir simultáneamente en gracia, lo que permitiría en ciertos casos ayudar con
los sacramentos al crecimiento de personas en estas situaciones dentro de sus
propios límites.
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